“Carlos y el pejelagarto”
Autor: David Vicente Ocampo.
Género: Narrativo. Subgénero: Cuento.
Extraordinaria era la noche en que vi aquel asombroso reflejo. Tanta destreza moviéndose de un lado a otro, pero… ¿qué era?. De pronto sentí que todo mi alrededor se movía, mi vida estaba en peligro porque este lugar se destruía. Salí de mi casa como mi padre me habías enseñado.
-¡Un pejelagarto! -grité.
Su color era profundo, rojo como el ardiente crepúsculo del atardecer. Se llevaba mi casa y la de mis amigos, ¿a dónde lo llevaba? -me pregunté.
Corrí hacia sus ojos, me posicioné sobre su trompa y le pregunté:
-Pejelagarto, pejelagarto, ¿hacia dónde nos llevas?
-Iremos a un lugar donde podemos conocer la felicidad.
Me agradó tanto que formamos una amistad, muy sincera y respetuosa, a mi amistad lo llamé Queen.
“¿Por qué nunca se detiene?”
Autor: Mayté Guadalupe Sánchez.
Género: Narrativo. Subgénero: Cuento.
Érase una vez, un pequeño pueblo en donde la felicidad era lo más importante para ellos. Normalmente sufrían de constantes temblores que ellos mismos no lograban comprender, pero eso no era un impedimento para que las personas de este pueblo pudieran lograr cosas extraordinarias después de vivir años enteros con esta situación.
Un día, un hombre que era originario de ese lugar, salió gritando hacia la plaza principal diciendo:
-¡Señoras y señores!, toda mi vida he pasado investigando sobre los recurrentes temblores que ésta humilde población sufre, ¡y por fin encontré la respuesta!
La gente, muy desconcertada, continuó escuchando atentamente su discurso, con esa luz de esperanza que siempre los caracterizaba. El hombre continuó:
-¡No existe ninguna solución, hermanos míos!, ¡Vivimos encima de un cocodrilo!
Fin.
“El cocodrilo rojo”
Autor: Melanie Aidee Farfán Pérez.
Género: Narrativo. Subgénero: Cuento.
Había una vez un cocodrilo el cual vivía sobre las nubes, este pequeño reptil color rojo contaba con una peculiaridad, sobre su lomo llevaba una ciudad llena de personitas las cuales se caracterizaban por tener mucha sabiduría y lealtad.
El cocodrilito era muy feliz al llevarlos encima pues gustaba de escucharlos hablar los distintos idiomas que sabían.
Un día, el cocodrilo se interesó por conocer que había debajo de las nubes y decidió descender, pues se sentía muy solito, cuando lo logró no vio a nadie ahí, solo había un pequeño charco sobre el cual se reflejaba.
Vio lo extraordinario que era tener una ciudad encima, el amor que las personas se tenían entre sí y el amor que le tenían a él, así que decidió regresar muy feliz a las nubes, con sus amigos, su familia…
Fin.
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